Crecer, una capacidad maravillosa.
El objetivo para muchos de los que invitamos a nuestros hijos a que hagan deporte cuando pensamos en su crecimiento, es que lo hagan sanos. Que ocupen bien su tiempo libre. Que crecer en lo que les gusta los haga ser felices.
No paramos de crecer a lo largo de nuestras vidas, pero pasan los años tan rápido que los días se convierten todos y cada uno en un reto también para los deportistas.
Me asombra que vivan tan intensamente y aprovechen tan bien el tiempo. Pueden entrenar, divertirse, estudiar y competir sin descuidar aspectos básicos de su día a día emocional. Si están bien rodeados y asesorados evitarán quemarse y abandonar.
Disfrutarán de vivir según sus elecciones.
El crecimiento personal son un conjunto de transformaciones. Adoptar nuevas ideas o formas de pensamiento y que permitan generar nuevos comportamientos y actitudes, que den como resultado una mejora de su calidad de vida y del logro de sus objetivos o metas.
En resumen, intentamos tomar decisiones y cambiar para lograr tener momentos que nos hagan sentir bien.
Soñar con avanzar.
No perder la ilusión por formar parte del deporte que tanto aman, es parte de sus ansiados logros personales.
El crecimiento personal también conlleva sus desventajas, como todo. ¿Qué sería de la idea del yin y el yang si eso no sucediera?
Algunos patinadores abandonan sus rutinas de competición, aunque en pocas ocasiones se desvinculan de este deporte por completo, por querer compaginar otras vivencias y no lograr equilibrar el tiempo a dedicar.
Es una pena cada abandono, pero si es por obtener una vida más gratificante, también es un logro.
De igual modo, los patinadores tienen que pasar por lo mismo que pasamos todos: la temida pubertad. En el patinaje, ese proceso es muy delicado. Las patinadoras tienen que tener mucha suerte para crecer sin que sus habilidades se vean afectadas. La genética hace que sea complicado a veces luchar.
Los saltos y las piruetas se suelen aprender cuando todavía son pequeñas, con cuerpo de niña. Las chicas se acostumbran a un peso y altura. Adquieren la fuerza y habilidad necesaria para ejecutar cada elemento técnico de forma casi automática con ese cuerpo. Si de repente dicho cuerpo cambia, gana un poco de peso, caderas y pecho, volver a encontrarse es muy complicado.
Si trabajan y luchan, lo logran.
Cambios, no es el fin del mundo si no el inicio de algo nuevo.
La adolescencia no es una parte fácil. La vida te abre puertas, dudas y miedos en ese período. El crecimiento personal, no depende sólo de nuestro físico.
No sufrimos cambios referentes al crecimiento sólo durante los años de adolescencia, eso lo sabemos, sobre todo los que ya hemos pasado por ellos hace años.
A diario nos suceden situaciones que nos hacen cambiar la mirada de cómo nos vemos a nosotros mismos y al mundo, aunque muchas veces nos peleemos con ello a cualquier edad.
La mente sigue evolucionando, dependiendo de las ambiciones, motivación, deseos, personalidad, nivel de comodidad, economía, etc.
Hay franjas de edad donde todo parece ser cuesta arriba. Pero el crecimiento emocional es algo maravilloso.
Ser conscientes y darnos cuenta de cada vivencia y utilizarla a nuestro favor para construir la realidad que queremos es nuestro gran desafío diario y en patinaje artístico sobre ruedas, sucede del mismo modo.
Es necesario partir de la idea de querer hacer algo distinto con nuestra vida y estar dispuesto a salir de nuestra zona de confort. Querer ir un paso más allá, si se desea con el deporte que se elige y disfrutar de la competición sanamente.
El esfuerzo por avanzar, sean cuales sean nuestras elecciones, vale la pena.
Salud!!!