El amor. Tan bonito y tan complicado a la vez.
Amor, de eso hablamos hoy.
Este artículo va dedicado y dirigido a todos aquellos que aman el deporte y especialmente a los que aman el patinaje artístico sobre ruedas.
En un día como el de San Valentín, no podíamos hacer otra cosa si no escribir sobre cómo amamos este deporte. Cómo nos acompaña esa sensación tan compleja en nuestra vida.
El patinaje artístico sobre ruedas, es una disciplina deportiva donde los patinadores compiten desplazándose sobre patines de cuatro ruedas, combinando elementos técnicos con facetas artísticas. Así mismo, requiere una buena preparación física y una gran capacidad de concentración. Esta seria la definición, la teoría. En la práctica es mucho más, es más porque interviene el amor.
¿Cómo nos atrapó este deporte?
En nuestro caso todo empezó poco a poco. No sentimos un flechazo. Más bien, la idea de un amor que atrapa casi sin darte cuenta. Ese amor en el que pensamos que Cupido hizo de las suyas.
La idea inicial, era poder estar un par de horas tranquilos mientras las niñas estaban atendidas. Lo podríamos comparar a ese romance que sabes sólo de verano.
Más tarde, nos ilusionó entender sus logros en este deporte. Como aquel que descubre que el interior de su pareja es lo que lo está atrapando y no sólo el hecho de tener a alguien cerca.
Entendimos que era como ese amor que engancha, el que vulgarmente “enchocha”. El que siempre queda a fuego en tu interior y que aunque no sea para toda la vida, estará en tus pensamientos. Ese momento es donde las chicas PuroPatín ven que el patinaje ya no es una extra-escolar, si no algo que necesitas hacer día a día, algo que sientes que te acompañará para siempre.
Amar hasta que te duela.
Es cierto que algunos días, se siente la necesidad de dejarlo.
Te invade la idea y la libertad de decir basta.
No todo en el amor es bonito, eso se sabe. Los momentos amargos también nos llegan. Esos en los que la envidia o el mal entendido llega en este deporte, como en casi todo. Gente opinando, mintiendo y decepcionando.
La cara fea de la competitividad aparece y nos asquea. En esos momentos uno siente que debe parar, pero el amor a este deporte nos empuja a superarlo. Esos momentos no terminan de llegarnos, porque no ofende cualquiera, porque somos valientes y nuestras peques fuertes guerreras.
Cierto es aquello que me decía mi padre y ahora recuerdo a mis pequeñas, de que suelen lanzar piedras al árbol con mejor fruto.
Sabed los envidiosos, que los vemos como el acomplejado que pretende separar a una pareja por no entender bien el amor y no os tememos.Ver como cuchichean a nuestras espaldas nos fortalece. Somos el que vive con el amor por bandera.
No nos mina nadie, porque somos fieles a los nuestros y al deporte que amamos. De momento vamos a seguir disfrutando de su belleza. Porque nos guste o no, la gente tóxica forma parte también de este deporte y de cualquiera.
Amando cada fracaso y cada victoria, amando el día a día del patinaje y la gente que lo rodea.
Invitando a todos a amar el patinaje artístico sobre ruedas, porque engancha y porque llena.
Amor que alegra.
Cuando vives algo sincero y en lo que crees, todo son ventajas.
La parte más dulce del amor por el patinaje, viene dada por los logros personales. Ver que te superas.
Crecer como patinador llena. Recompensa a esas horas de duros entrenamientos, haga sol o llueva. Porque la disciplina, constancia y las ganas de quererse aparecen. Porque si te amas, te aman.
Dicen algunos que el amor desordena… que hace lo bello aún más bello y que pase lo que pase, vale la pena.
Salud!!!